lunes, 27 de agosto de 2012

el ultimo grumete de la baquedano (2 resúmenes distintos)

Alejandro silva Cáceres era un joven de 15 años vivía con su madre la que trabajaba lavando ropa en la marina, su padre se perdió el mar al igual que su hermano, pero tenían la esperanza de encontrarlo con vida, por eso es que Alejandro también quería ser marino para lo cual se escondió en el barco “la Baquedano” el cual realizaría su ultimo viaje. En la primera noche Alejandro fue descubierto y presentado frente al segundo comandante quien después de pedir permiso incluyó al joven como “él ultimo grumete”. Aprendió, asimismo, el nombre de los instrumentos y compartimientos de una corbeta de guerra, y posteriormente las maniobras de una navegación a vela hacer guardia y las labores de todos los marinos, sus compañeros lo aceptaron sin problemas.

Ahí conoció al sargento Escobedo el cual les contaba sus historias en la Baquedano y un día le contó sobre el fantasma del “Leonora” que era en realidad un velero rescatado en el que la proa tenia forma de sirena que mientras los tripulantes dormían en el camarote, se les aparecía esta figura femenina, de cara hermosa y túnica blanca. Los tomaba del brazo y los conducía a través del velero, con la intención de arrojarlos por la borda y desaparecerlos sin dejar rastro alguno.

Recorriendo en medio de la tempestad y los hermosos días en el mar llegaron a Punta Arenas donde Alejandro esperaba encontrar a su hermano Manuel, pero allí no lo encontró. Llegaron después al Cabo de Hornos donde Alejandro encuentra a su hermano mayor, Manuel, quien, vestido a la usanza de los indios yáganse, vivía en calidad de cacique con una india de buen parecer y tres hijos menores. Manuel, el que asumió como suyas las costumbres ancestrales de los yáganse. Alejandro muy contento pide permiso para pasar tres días con su hermano el cual lo lleva a “El Paraíso de la Nutria” donde come pingüinos y otros animales como los yáganse, y así pasó los tres días para la despedida Manuel le entregó regalos para su madre.



El último Grumete de la Baquedano”, de Francisco Coloane (Quemchi, Chile, 1910), es una obra, que se salvó de un naufragio después de haber navegado por alta mar, bajo el brazo de un marino ansioso por narrar las aventuras que le tocó vivir a bordo de un buque de guerra.
El protagonista principal de la obra, Alejandro Silva Cáceres, era el segundo hijo de una madre viuda que, para solventar las necesidades de su humilde hogar, lavaba y planchaba las ropas de dril y paño de los marinos, cuyos oficiales lucían uniformes blancos y camisas de cuello almidonado los días domingos.
Alejandro, hasta antes de embarcarse clandestinamente en la “Baquedano”, era alumno aplicado en la escuela primaria y el liceo. Estudió con la obsesión de ingresar algún día a la Escuela de Grumetes de la Armada. Quería ser marino a cualquier precio, aun sabiendo que su padre murió en un naufragio, y que su hermano mayor, Manuel, desapareció en Magallanes, a donde se marchó con la ilusión de que en los mares del Sur se ganaba mucho dinero cazando nutrias, lobos, zorros y otros animales de piel fina.
De los trescientos y un hombres que estaban a bordo de la “Baquedano”, el último tripulante era Alejandro Silva Cáceres, oriundo de Talcahuano, quien, escondido en el peñol de la proa, inició la mayor aventura de su vida, luego de haber tomado la decisión de despedirse, por medio de una carta, de su madre y sus profesores de liceo. Aunque tenía apenas quince años, como el capitán de una de las novelas célebres de Julio Verne, poseía el espíritu valiente y sagaz de un marino dispuesto a enfrentar los avatares del destino. Al fin y al cabo, estaba consciente de que este era el último viaje de la corbeta “Baquedano” y la única oportunidad que tenía para convertirse en uno más de los grumetes del glorioso buque de guerra, que levantó los velámenes y zarpó rumbo a los canales del Sur, llevando a bordo a trescientos y un hombres que se internaron en la inmensidad del mar, con la proa en dirección al viento.
Alejandro, al cabo de ser descubierto en su escondite por el guadiamarina, fue presentado al capitán y luego al comandante, quien, al escuchar las explicaciones del muchacho, decidió que lo consideraran el último grumete. A partir de entonces, Alejandro aprendió a armar un “coy” con el colchón y las dos mantas de reglamento, a levantarse al toque de la corneta y a subordinarse al mando de sus superiores.
Aprendió, asimismo, el nombre de los instrumentos y compartimientos de una corbeta de guerra, y posteriormente las maniobras de una navegación a vela.
Así, poco a poco, empezó a amar a la “Baquedano” como a su propia madre, pues era una nave donde, además de impartir las instrucciones correspondientes a la Escuela de la Armada, se contaban historias de aparecidos y buques fantasmas, como ese cuento de “El fantasma del Leonora”, referido por un viejo sargento que pasó su vida a bordo de la “Baquedano”. En realidad, el fantasma del “Leonora”, velero rescatado de las rocas del Estrecho de Magallanes, no era más que el mascarón de proa; tenía aspecto de sirena, “los brazos abiertos como queriendo abrazar al mar y las aletas plegadas a los bordes, igual que una aparición, blanca como el mármol”. El sargento contó que, mientras los tripulantes dormían en el camarote, se les aparecía esta figura femenina, de cara hermosa y túnica blanca. Los tomaba del brazo y los conducía a través del velero, con la intención de arrojarlos por la borda y desaparecerlos sin dejar rastro alguno.
Francisco Coloane, aferrado a su pluma de narrador innato, nos cuenta las peripecias de su joven protagonista, con la experiencia de quien ha recorrido muchos mares y ha visto muchos sitios. Está claro que el autor, por su ascendencia natural, revive su niñez en medio de la naturaleza agreste y accidentada de Chiloé. Además, se debe recordar que Coloane navegó desde su infancia por los canales del Sur, que vivió desde su adolescencia en Puerto Montt y Punta Arenas, que era hijo de un capitán de barco ballenero que hacía su travesía hacia el Estrecho de Magallanes, y, para entender mejor sus vivencias y experiencias como hombre y escritor, se puede afirmar que Coloane no sólo fue navegante en los canales australes, sino también cazador de lobos, ovejero y diestro domador de potros en las estancias de Tierra del fuego.
De hecho, los tripulantes de la “Baquedano”, junto al joven protagonista, estaban destinados a resistir las embestidas del mar, con sus olas que se elevaban por encima de la cubierta, y los vientos que zarandeaban los velámenes, a tiempo que la corbeta se mecía cual una cáscara de nuez en medio de la tempestad que enseñaba que el marino, para sobrevivir a la travesía, debía mirar a la muerte cara a cara, enfrentándose a los peligros con la serenidad de los nervios y la tenacidad de los músculos.
Francisco Coloane, eximio narrador de los sentimientos humanos y las fuerzas indómitas de la naturaleza, nos permite imaginar, en el libro que comentamos, la violencia implacable de las aguas embravecidas: “El mar aumentaba sus furias; ya no parecía océano, sino un mundo de montañas enloquecidas que bailaban estrellándose unas contra otras. El viento aullaba y bramaba a ratos, el aguacero caía como si otro mar se descargara encima. De vez en cuando, algo como unos gritos lacerantes, plañideros, estentóreos, salían de las bocanadas de agua y viento: era la voz de la tempestad”.
De otro lado, Francisco Coloane, nos pasea a bordo de la “Baquedano”, realizando una descripción magistral de la zona austral de Chile. Coloane, como todo marino convertido en narrador, tiene la facultad de guiar al lector por un itinerario geográfico que compendia fiordos, cabos, penínsulas, archipiélagos, islas y bahías.
Bien se podría decirse que “El último grumete de la Baquedano” es un pretexto o un medio del cual se vale el autor para enseñarnos el paisaje accidentado y exuberante de lugares como Talcahuano, Puerto Montt, Golfo de Penas, Punta Arenas y Magallanes, donde los bosques, contemplados a lo lejos, se levantan como montañas recortadas contra el azul del cielo. No es menos maravilloso imaginar el paisaje de la bahía de Puerto Refugio, que, aparte de ser un sitio ideal para salir a mar abierto y cazar ballenas, está rodeado de grandes cordilleras cuya única vegetación son los robles y los musgos, o el encanto especial que ofrece el canal que conduce a Puerto Edén, cuyo espléndido paisaje, además de hacer honor a su nombre, es la tierra de los indios alacalufes, que viven de los productos que les concede la tierra y el mar.
La “Baquedano”, como cualquier buque de guerra que sigue la ruta del Sur, atraviesa por sitios mentados por los marinos más viejos, como es “La Tumba del Diablo” en Punta Arenas, población ganadera de la Patagonia, situada en las márgenes del Estrecho de Magallanes y frente a la legendaria Tierra del Fuego. Se dice que aquí fue amarrado y fondeado el Diablo, con tres toneladas de grilletes y cadenas, y que: “¡En las noches de tempestad arrastra sus cadenas debajo del mar, y los pocos marinos que lo han oído y están vivos dicen que es un ruido terrible, que queda en los oídos para siempre! ¡Más horrible que el de la tempestad!”.
Cabe recordar que la obra de Coloane no sólo trata de rescatar la fauna y la flora del Sur de Chile, sino también sus mitos y leyendas, cuyos personajes respiran a través de la pluma de este narrador que, aparte de saber anudar coherentemente los cabos sueltos de sus historias, es uno de los escritores tradicionales más fecundos de la literatura chilena contemporánea.
Con todo, casi al final del libro, cuando la “Baquedano” arribó al Cabo de Hornos, donde se cruzan las aguas del Pacífico y el Atlántico, el último grumete, Alejandro silva Cáceres, encuentra a su hermano mayor, Manuel, quien, vestido a la usanza de los indios yáganse, vivía en calidad de cacique con una india de buen parecer y tres hijos menores. Manuel, más que representar el sincretismo cultural, asumió como suyas las costumbres ancestrales de los yáganse. Quizá por eso, mientras contemplaba las aguas gélidas del mar, se le acercó a Alejandro y le dijo: “¡Los hombres somos como los témpanos, la vida nos da vueltas a veces y cambiamos!”.
En esta región inhóspita y agreste, conocida como “El Paraíso de la Nutria”, los indios yáganse sobreviven aislados del mundanal ruido de las urbes, llevando una vida sedentaria en medio de la nieve y el viento helado. Se alimentan casi exclusivamente de la caza de nutrias, lobos, pingüinos y otras aves, debido a que, a diferencia de los primeros occidentales que llegaron atraídos por la fiebre del oro, los habitantes ancestrales no conciben la propiedad privada y prefieren llevar una vida en simbiosis con la naturaleza, tomando los alimentos que les provee el mar, y, algunas veces, del trueque que realizan con los tripulantes de los barcos mercantes que atraviesan por ese helado confín del mundo.
“El último grumete de la Baquedano”, como todos los relatos clásicos bien contados, es una obra que no podía dejar de tener un desenlace feliz, ya que el joven protagonista, Alejandro Silva Cáceres, a su retorno a Talcahuano, lleva el uniforme de marino, y, para la alegría de su madre, las pieles y el oro que le entregó su hermano Manuel, como prueba de que el amor de un hijo por su madre es inmutable a pesar del tiempo y la distancia.
  • DESCRIPCION DEL ESPACIO

  • LUGAR: BUQUE ESCUELA DE LA ARMADA DE CHILE “LA BAQUEDANO”.
    AMBIENTE: MARINO, UN MAR VERDE FLORECIDO DE GRANDES OLAS REGULARES QUE REVENTABAN EN ESPUMA, APARECEN Y DESAPARECEN COMO LOMOS DE NEGRAS Y GRANDES BESTIAS EN LA NOCHE HACIA EL SUR DEL OCEANO PACIFICO, EMPUJADAS POR UN FRESCO VIENTO SALOBRE QUE VIENE DEL MAR EN LA INMENSIDAD DE ESTE Y DE LA NOCHE.
  • PERSONAJES

  • PRINCIPAL: ALEJANDRO SILVA CACERES.
    SECUNDARIOS: MANUEL SILVA CACERES.
    MADRE DE AMBOS LLAMADA MARIA.
    TERCIARIOS: TRIPULACION DE 300 HOMBRES ENTRE ELLOS;
    TENIENTE DE GUARDIA
    TIMONEL
    COMANDANTES
    GRUMETES
    GUARDIA DEL PORTALON
    MARINEROS
    OFICIALES: DE RUTA,INSTRUCTOR,DE GUARDIA,OFICIAL ARTILLERO, DEL DETALLE.
    CABOS, CABO ESCRIBIENTE.
    GUARDIAMARINAS
    PERRO POLICIAL “PATOTOLO”
    CAPITAN DE CORBETA
    COMANDANTE CALDERON O 1ER.COMANDANTE
    OFICIAL DEL DETALLE O 2DO.COMANDANTE
    CONTRAMAESTRES
    SARGENTO 1ERO.ESCRIBIENTE
    TENIENTES, TENIENTE MARTINEZ.
    GUARDIAS, GUARDIA DEL TRINQUETE
    INSTRUCTORES
    CORNETA DE GUARDIA
    VIGIAS
    EL RANCHERO
    SARGENTO ESCOBEDO
    JUAN BAUTISTA CARCAMO
    CADETES
    SUBOFICIAL RADIOTELEGRAFISTA.
    OTROS;
    MUCHACHO DEL PUERTO “PISTOLEROS”
    JESUS BARRIA
    PATRON DEL LEONORA
    MUJER DEL MASCARON
    CAZADORES DE BALLENAS
    FLOTA BALLENERA
    PILOTO DE NORUEGA
    INDIOS ALACALUFES Y YAGANES
    DIRECTOR DE TIRO
    TAMBOR MAYOR
    COMPAÑIA
    PUBLICO
    TENIENTE CONTADOR
    INDIA ESPOSA DE MANUEL
    3 HIJOS DE MANUEL
    SACERDOTE O BRUJO
    JEFE DE LA TRIBU.